El Psicoanálisis encarna lo que se necesita para una intervención. Una herramienta que permite conocerla dinámica interna, las razones primeras y últimas que llevan a un individuo a entrar en conflicto consigo mismo y con el entorno. Y en situaciones de violencias, en el derrotero hacia la des victimización, trabajar las ataduras de la vergüenza y la culpa.
Obviamente es mucho más que eso, pero la puntualización está en relación con la infundada afirmación de que en las violencias hay que intervenir con otras técnicas. ¡Como si hubiera alguna posibilidad de aventar el avance destructivo de un iceberg trabajando solo con 10 que aparece fuera del agua!
Además, la inestimable veta preventiva. Comprender la conformación psíquica de los agresores permite intervenciones adecuadas para evitar la construcción de subjetividades violentas y abusadoras, pero por sobre todo entender signos y síntomas, entramados emocionales en el ser y decir de las víctimas que habiliten condiciones de confianza donde el padecer que ejerce una obturación vital de la existencia empiece a ser dicho y el padecimiento revertido.
Estamos hablando del abuso sexual, tal vez la más cruda de las violencias que puedan padecer un niño, una niña o un adolescente que, aunque no es la única, es la más persistente y difícil de remitir.
Jorge Carlos Garaventa
