La violencia sexual intrafamiliar contra las infancias y adolescencias es una situación de afectación de derechos humanos gravísima, en una de las poblaciones más vulnerables, arrasando con la subjetividad en un sujeto en pleno desarrollo. Por lo tanto, el abordaje y asistencia deberán ser interdisciplinarios.
El sufrimiento, el desamparo, la desolación, la vergüenza, el miedo, el silencio, el terror, la ira y el desequilibrio emocional, entre otros, no siempre encuentran en las palabras la vía para expresarse.
Los principales roles del profesional en Psicología serán generar un ambiente que promueva confianza con el niño o niña, reforzar sus habilidades, detectar una red de apoyo vincular externa, con personas a quienes acudir. Tratar de reintegrar recuerdo y sentimiento, ya que las víctimas para sobrevivir al abuso sexual tuvieron que disociarse.
Las niñeces vulneradas, muchas veces se parecen en sus tramas pero conservan su singularidad; sus historias, dolores y sufrimientos son únicos e irrepetibles.
El respeto a los tiempos de cada víctima implica tener una posición con perspectiva de infancia, retirándose de miradas adultocéntricas y patriarcales.
Será cuando la víctima, pueda poner en palabras el horror padecido, a través del juego, del dibujo, el modelado o de diversas expresiones artísticas.
Es fundamental la implementación de la E.S.I. (Educación Sexual Integral) en los ámbitos escolares para poder dar herramientas e información a NNyA.
La herida padecida en épocas tempranas de desarrollo, no siempre es un destino donde la víctima queda traumatizada. Sino, que en oportunidades, gracias a una red vincular, social, educacional, cultural, deportiva, religiosa o de esparcimiento donde ese niño/a pueda identificarse y encontrar un refugio, una escucha empática, de confianza y sostén; puede desarrollar aspectos resilientes que lo fortalezcan para poder transformar ese dolor padecido en una experiencia de vida de su historia.