Topsy. Libro sensorial, sensible, pulsatil que despierta “el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”. Libro que se lee desde sus bellos detalles desde donde “ladra” entonces será "señal de que cabalgamos”… Como las preciosas composiciones de Kika Yer diría que Topsy está escrito, traducido, ilustrado en clave “collage” con lo que el collage trae de recorte, pliegue, textura e invita a leer en collage; desde ahí va entonces un poco mi lectura y notas.
Topsy. Historia de un amor animal, ubicado en la línea de lo amigable: ¿no se dice que un libro es “un buen amigo” lo mismo que también se dice de “un perrito”? Eso fue Topsy, entre otras cosas, para Marie y eso hace a este libro tan necesario en nuestros días. En “Novela clínica psicoanalítica” Fernando Ulloa sitúa el fin del análisis como un acto de lectoescritura donde se teje un “lazo amigo” con la propia historia. Algo de esto encuentro en este libro pet friendly. Libro entrañable como son nuestras mascotas que orillan lo íntimo, lo éxtimo, lo familiar extraño que nos conmueve y mueve a Mimí a escribir en determinado momento de su vida y contexto político de avanzada nazi.
Comento una pequeña notita casi testimonial al estar aquí hablando de perritos: fui una niña un tanto evitativa a los perros. Esto iba de la mano, literal, de mi mamá cuando íbamos a “la casa de la abuelita” y parece que estoy hablando de “Caperucita”, y había que atravesar “el bosque”; las 3 cuadras desde donde nos dejaba el colectivo hasta llegar a la casa, mi mamá iba haciendo zigzag evitando los perros callejeros: para ella ir a la casa de su madre era un poco un encuentro con “el lobo”. Perros callejeros que no le evocaban precisamente el “era callejero y era la ternura” que en esos tiempos entonaba Alberto Cortez. Laura Devetach en “Oficio de palabrera” escribe una hermosa carta que “Caperucita adulta” envía al lobo y que concluye diciendo: “Desde todos estos años que me sirvieron para mirarme mejor, lo saluda atte. Caperucita Roja”.
Hubo otro tiempo, el análisis en estas cosas “ayuda” donde encontré al “perro amigo” en los perritos callejeros que se acercan en la playa en invierno, o los que se suman en un camino que recorrés en vacaciones y acompañan un buen tramo, que son un poco como esas amistades de plaza de infancia y que de repente le ponemos nombre: Negro, Pelusa, Pulga… ¿quién no se ha encontrado con algunos de estos “personajes” que por un rato acompañan fielmente el camino? Sigo con mi collage, este libro es un regalo de Marie a Freud con quien sostenía un fuerte lazo transferencial, con quien compartían el amor por los chow chow, y aquí una nota de mi propio paso por el análisis: en una ocasión muy angustiada por la inminente muerte de mi querido Patita, el gatito que vino por la terraza y nos robó el corazón; mi analista que era de esos de “pocas palabras” dijo al verme tan conmovida: “llevalo a esta veterinaria, ahí lo llevo yo”.
Cuántas veces entran a nuestros consultorios historias de perro y gatos, además de historias de “como perro y gato”, como otro capítulo de la psicopatología de la vida cotidiana que Marie un poco nos trae. Escribe Mimí: “la gente podrá decir que es demasiado llanto por un pobre perro. Pero la habré amado, a mi pequeña Topsy, como sólo se puede amar a algo cercano, familiar y que es parte de nuestra vida cotidiana”.
Luis Gusmán en “Avellaneda profana” subraya que cuando se publica un libro hay que preguntarse “qué fue herido”, un libro se escribe desde una herida. Heridas en Freud: su cáncer, la jauría de nazis pisándole los talones. Confinado, antes de partir de Viena y exiliarse, se aboca a la traducción al alemán de Topsy. Freud hace oficio de analista desde una traducción distinta de la lengua de su analizante, traduce del francés al alemán, traduce con su lengua materna en tiempos de dejar su país…
Heridas de Marie: su madre que muere a los días de su nacimiento, los desencuentros del amor, los hijos que crecen, un cuerpo de mujer adulta que cambia… Abrimos el libro y leemos: “Dedicado a Freud que entiende a los hombres y ama a los animales”. En 1937, Freud escribe a Marie: “¿tu Topsy sabe que está siendo traducida?”. Esa sensibilidad juguetona es la que pone en juego al escuchar a Juanito cuando asiste a su consulta y al ver a padre e hijo juntos, le pregunta si eso que le da miedo -lo que los caballos tienen alrededor de los ojos no serán gafas, como en ese momento se percata tiene el papá.
Volviendo a la hechura del libro, quiero destacar la artesanía de la edición, el cuidado en la elección de las palabras en la traducción ubicando aquellas que van más al corazón del texto encontrando, dentro de lo posible y lo inefable, el mejor decir. El trabajo artesanal de collage que realiza Kika Yer… hojeas el libro y pensás que es un libro infantil o una nueva versión del hombre de los lobos… Coincido con los editores que es “un cuento psicoanalítico”, un bello libro de esos que son amigos de nuestras bibliotecas.
Nuestros amigos “Letraductores” escriben: “Prólogo en tierra de psicoanalistas” fertilizando con detalles, algunos desconocidos para mí, que nos orientan en la lectura. Allí encontrarán notas de la vida cotidiana de Freud, de las cosas del amor que en esta ocasión no quedaron forcluidas, de cómo se las veía con una de sus perras con embarazo psicológico, otra que había que sacar de la casa porque ponía celosa a la otra, el perro Wolf que ocupó un lugar muy especial ante la pérdida de su nietito.
Por su parte Marie escribe: “Prólogo en tierra de perros” y nos introduce en la llegada de Topsy y nos hace pensar en el lugar de los animales en nuestras vidas: como los domesticamos (como enseña el zorro al Principito) o como ellos nos domestican y una vez que le pusimos nombre, difícilmente haya vuelta atrás. Cómo a través de ellos, se ponen en juego otras historias si escuchamos “a buen entendedor” como “la Manuelita” de María Elena Walsh “que un día se marchó” o “ese elefante que ocupaba mucho espacio” de Elsa Bornemann que, en tiempos de perros rabiosos, fue censurado. Así es que una vez que los animales entran a contar historias ya no caben en el manual de zoología clásica y acordamos con Borges que ese es “el que acaba de romper mi jarrón”.
Topsy comienza con un título escalofriante: “La sentencia”, casi como “Crónica de una muerte anunciada”, el título te deja helada, y la edición traduce ese sentir: es breve el texto de “La sentencia” y el blanco de la hoja se hace interminable hasta llegar al siguiente título: “Piedad por Topsy”. Claudel escribía: “mi poesía no está en estas palabras, en estos signos puestos como clavos sobre el papel sino en el blanco que lo circunda…”
Este diario poético que escribe Marie está atravesado por diferentes duelos. La pérdida que sufrió de pequeña con su querida perrita la deja en un impase que no le permitirá ingresar otros cachorros al hogar por largo tiempo. Leo allí a Marie en clave con “La transitoriedad”, ese bello texto donde Freud hace referencia a su caminata junto al joven Rilke y lo escucha
apesadumbrado frente al dolor que le genera la caducidad de lo bello. Y Freud dirá que, aunque la flor perdure un día su florescencia valió la pena y como me enseñaron los andaluces diría, valió la alegría, esa que nos mueve como “perro con dos colas”.
Escribe Marie: “Si llegado el momento una enfermedad similar a la tuya me atacara… los grandes castaños se olvidarán de ti y de mí y sin embargo florecerán y volverán a florecer de la misma manera”. “La transitoriedad” fue publicado luego que estallara la Primer Guerra la que arrasó mucha belleza. Freud no se melancoliza, dice que con lo que quedó volveremos a construir con un fundamento más sólido que el anterior… luego vino otra guerra, y sabemos que la guerra seguirá y que podemos tirar la toalla o intentarlo de nuevo, con lo posible hasta donde sea posible… y esta es una de las perlitas del libro: se atraviesa el dolor profundo, la herida, se la contornea de diferentes maneras, pero no cae en la melancolía. La muerte acecha todo el tiempo, diferentes desprendimientos son metaforizados a través de Topsy a quien Mimí ama y hará todo lo posible para que “los rayos mágicos” la curen... y si puede volver a ver una vez más el otoño y recostarse sobre las hojas o sentir una vez más los aromas de la primavera… valdrá la pena y también la alegría… En el decir de Marie sobre la parca resuenan las mujeres lorquianas… “¿Pronto tendremos que enterrarla bajo la hierba del jardín que tanto amo, para que duerma, envuelta en su abrigo dorado como mortaja?”
Sigo leyendo y me encuentro con letras que bien hubiese plasmado Alejandra, orillas por las que transitó Alfonsina… y en su escritura íntima de microrelato, asoma el correo femenino de Clarice… Por momentos Topsy es un enigma para Mimí y me recuerda a Oliveira fascinado con La Maga, uno de los relatos se titula “Perra Mágica” “Es por eso que Topsy cuya felicidad se limita a los estrechos límites de cada día, es más sabia que yo, ella que simplemente inhala el aire perfumado de junio, mientras yo me esfuerzo laboriosamente por trazar signos vanos en este papel”. Marie luego cambia su enunciación y es ahora Marie “La Maga”: “¿Qué significa para Topsy esta noche tranquila que para mí es un poema exaltado?” Pero donde más encuentro eco en el decir de Marie es con una de sus contemporáneas, que en otra ciudad de Europa también escribe un diario: la joven Ana quien apuesta a la “intimidad amiga de esa escritura”, allí donde la muerte pronto vendría a golpearle la puerta. Vuelvo a Topsy: Topsy compañera, hija, niña, Topsy lazo transferencial, Topsy maga, Topsy metáfora de la finitud, de la condición humana. Topsy! ¡los nazis avanzan!... Topsy ¿tendremos otra primavera?... Topsy enigma. Topsy que Freud traduce como forma de resistir al cáncer de una época que arranca la lengua.
Topsy que nuestros letraductores traducen y que hoy celebramos… Si entramos al libro con “La sentencia” salimos de él con el relato titulado “Talismán de vida”. Topsy no sabe leer ni escribir, sin embargo, causa la relectura de Marie en clave collage, causa su escritura. En “Talismán de vida” se escribe la herida de Marie niña...
Por último, un anexo, “huesito” que nuestrxs amigues letraductores nos regalan donde Topsy queda inscripta en la historia de la familia analítica… Bienvenido este recién nacido diría Luis Gusmán, hermoso libro!
Mis felicitaciones y agradecimiento a Teresita, Carlos y Horacio, Kika Yer, también a Sigmund, Marie y a Topsy. Hagamos un lugar en las “cuchitas” de nuestras bibliotecas… bienvenido este libro que nos permite transitar amorosamente la lectura y también en parte, curar la herida...
Texto Leído En Je Suis Lacan, Junto A Silvia Pérez Y Jorge Baños Orellana, Buenos Aires, 13 De Mayo De 2023.
María Marta Rodríguez